Mi nombre es Keyla, soy venezolana y decidí venir a Ecuador un 28 de junio de 2013, en ese entonces nunca me imagine que me iba a enfrentar a tantos desafíos y dolores. Al inicio fue un verdadero suplicio. Las condiciones de mi país, tanto económicas, como políticas y sociales se agravaban cada día; la situación, en lugar de mejorar se deterioraba y no veía ningún futuro.

Aunque en ese momento no tenía hijos, pensaba en que cuando decida tenerlos me gustaría que crezcan en un país con más oportunidades y más seguro, por lo que escogí Ecuador. Aquí tenía una amiga que había migrado antes que yo, ella me dio la oportunidad de llegar a su casa, lo cual le agradezco infinitamente.

Ese 28 de junio cuando emprendí mi viaje no había problemas con los vuelos, no existían complicaciones, ni trámites que retrasen la salida de mi país. Solo recuerdo que me embarque con una maleta llena de ilusiones y sentimientos encontrados.

Llegue a Ecuador con 100 bolívares en el bolsillo, lo que equivale a USD 11,00 . Mi primer trabajo en Ecuador lo recuerdo con gratitud porque trabajé en una tienda del edificio donde vivía, ayudaba a perchar y en lo que la señora necesitaba … aunque no me pagaba un sueldo, me daba el desayuno y el almuerzo, aún somos amigas.

La vida en mi Venezuela era buena, allí estudie comercio exterior, trabajé en una empresa importadora de autos, además de aquel trabajo, tenía un ingreso extra porque vendía productos de nutrición.  Sin embargo poco a poco la situación fue cambiando, las oportunidades de vida empezaron a disminuir, por lo que tomé la decisión de migrar a Ecuador.  Tengo una familia muy amorosa en Venezuela y por eso fue muy duro separarme de ellos al igual que de mis amigos.

Con el pasar del tiempo mi vida en el lugar que me acogió transcurrió con altos y bajos. Esas dificultades que en un momento llegaron a incomodarme, poco a poco desaparecieron y se convirtieron en grandes oportunidades de vida.

En la ciudad de Quito, donde me radiqué, logré conseguir un trabajo como vendedora de acabados para la construcción durante 7 años, pero hace cuatro años decidí emprender mi propio negocio y me dediqué a la pastelería & servicio de catering y hace dos años logré mi sueño de tener un taller de costura, por ahora confecciono uniformes, pero estoy en un proceso de crecimiento con mis dos emprendimientos, estoy estable y muy feliz.

Algunas veces pensé en regresar a mi país, sin embargo por ahora no lo voy ha hacer, porque tengo una hija de 6 años nacida aquí en Ecuador y estoy convencida de que mi niña tendrá un mejor futuro en este hermoso país andino. Solo espero que ella algún día pueda conocer el lugar de donde su mamá migró, donde dejé parte de mi vida y mi corazón.

Después de 9 años, sé que migrar fue lo mejor que me pudo pasar, pues en mi natal Venezuela no tendría lo que tengo ahora en Ecuador. Sin embargo creo que migrar no es sencillo, conlleva mucho dolor y tristeza, pues estar lejos de la familia y amigos es muy duro.

Como dice el papa Francisco, construir el futuro con los migrantes y refugiados, es tener la mejor actitud positiva frente a los desafíos que se presentan, para crecer, avanzar y trabajar con mucha pasión.

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